Sin embargo, este año todo eso no fue suficiente. Me propuse la meta de hacer un pan de jamón que aunque no me lo pudiese comer, por el vegetarianismo, por lo menos iba a llenar la casa de ese olor tan delicioso, casi imposible de resistir. Me dije que como el pana nunca se habia comido uno no sabria la diferencia entre un pan bueno o un pan malo. El que no sabe es como el que no ve.
Primero conseguí una receta buenísima de otro compatriota que añora el pan desde Carolina del Norte, pero como la cosa me la dijo en gramos no lo logre... Hacer una conversión implicaría un cálculo matématico asi que seguí otra receta pero con los tips del Sr. Max...
Después de amasar, esperar, doblar, batir, hornear, etc el pancito salio del horno sin haberse quemado! Y lo más importante es que realmente olia a Navidad, tuve que controlarme para no meterle un mordisco feroz aunque me quemara la boca. El veredicto del pana es que quedó delicioso, aunque yo sé que me pase con la tocineta, como a él le encanta no le pareció un grave problema.
Ahora, el famoso pan de frutas confitadas de mi mamá no tuvo la misma suerte. Le di mucha paleta y estuvo rico el primer pedazo pero luego se endureció de tal manera que preferí no llevárselo al suegro para que no se le salga un diente. Eso si, no me daré por vencida... lo voy a intentar otra vez.
Nuestra familia nunca tuvo la gran tradición de hacer comida navideña juntos, pero si nos sentabamos a comer. Tal vez cocinando estoy compesando por nunca haberlo hecho, ya que no me puedo comer nada de esto. Les dejo un videito porque se que de otra forma no me creen este cuento.
FELIZ NAVIDAD FAMILIA!
Nos vemos pronto :)
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